Con gol cumpleañero del “Chícharo”, ganó México

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Hidalgo SportHidalgo Sport. ESPN. SAN DIEGO (Rafael Ramos Villagrana/Enviado) — Fue sólo un momento. Un instante. Un suspiro de futbol. Y la historia del partido tiene un final mentiroso, falso: México 1-0 Chile.
Minuto 86. Herrera amagando por derecha, ganando tiempo y buscando espacios. Llega al relvo Layún. Ni levanta la vista. Es una cita a ciegas. Un complot criminal. El balón viaja en una parábola perfecta. El servicio era como cortar cartucho.
Y en el área aparece Javier Hernández. La telepatía homicida. El salto es impecable y el remate es implacable. Toselli hace el intento, pero el balón ya le hincha el destino a las redes. 1-0.
Y las estadísticas fortalecen a Juan Carlos Osorio. Sigue invicto. Siete victorias y siete partidos con la meta virgen.
Detrás, antes del 1-0, queda un abominable Chile, con múltiples desperdicios que provocaron desazón en los 68 mil 254 aficionados al Qualcomm Stadium.
Pero antes, fueron 86 minutos de drama, de desazón, de angustia, de un ‘Tri’ extraviado. Cierto: de la alineación inicial de México pocos estarán en la Copa América y menos aún en posiciones extravagantes. Alfredo Talavera, Paul Aguilar y Miguel Layún.
Interesante, sin duda, que dos cambios y cuatro ajustes, para el segundo tiempo, Osorio rediseñó su Frankenstein. Eso habla bien del trabajo diario, a pesar de que Chile prescindía de seis presuntos titulares, pero sustanciosamente sólido con las presencias de Alexis Sánchez y Arturo Vidal.

ÓPERA DE TERROR…

Un Frankenstein con vocación de kamikaze. Eso envió a la cancha de inicio Juan Carlos Osorio. Un mamotreto de pegotes. Y desde el primer minuto empezó a sufrir.
El acoso fue absoluto. Seguramente los chilenos debieron impactarse al ver un equipo desordenado, desconcertado, desconfiado y sin coordinación.
Y comenzó el tiroteo. Una línea de fusilamiento en el área del ‘Tri’. Una vendimia de pastelazos al rostro de México. La ruleta rusa con hipo.
El gol no cayó por el larguero y por las desesperadas, estoicas, afortunadas y exhaustivas barridas de los defensas mexicanos. Y, claro, porque los chilenos, con seis relevos en su formación, agregaban precipitación al remate.
La afición llenaba la garganta de alaridos, pero como plegaria de sus angustias y temores. Era como ver una película de cine mudo y humor negro.
El ‘Tri’, además, no tenía capacidad de respuesta. No podía recuperar el balón y menos aún organizar un despliegue ofensivo. Se ahogaba en su vaso medio lleno.
@ESPNDatos lo sintetiza en Twitter: 15 remates de Chile y ninguno de México. Y explica que el Tri no cerraba un primer tiempo sin disparo al arco desde 2013… con el ‘Chepo’ de la Torre.
Con ese saldo de varios heridos por los balonazos, pero ningún muerto en el marcador, con el 0-0, como rostro demacrado del Frankenstein de utilería, se fueron al descanso.
Vaya el partido fue tan intrascendente que ni tiempo el árbitro Baldomero Toledo para una de sus graciosas torpezas.

RECAMBIO…

Obligado, de manera inevitable, Osorio hace cambios urgentes, Guardado y Molina a media cancha, mientras que Layún desplaza a Aguilar por derecha y Reyes ocupa el lugar de Araujo.
Los cambios son como una cámara de oxígeno para un asmático. Porque México recupera más lejos de su portería el balón y después, con el ingreso de Aquino, hay circulación amigable en la salida, mientras que los chilenos empiezan a jugar el balón hacia atrás.
Y en ese trance de pelea alterna, llega, al minuto 86, el cabezazo de Hernández, apenas nueve minutos después de sustituir a Raúl Jiménez, como para tender una cortina de humo, un mentís a los 86 minutos previos.
Ahora, la verdad los espera a la vuelta de la esquina. En Phoenix. Ante Uruguay.

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