Hidalgo Sport. Francisco Lozada.- Los Tuzos tuvieron todo en sus manos hasta el final, para cumplir con el sueño de su directiva, cuerpo técnico, jugadores y aficionados, pero ello mismos se encargaron de cavar su tumba que los dejó fuera de la fiesta grande.
La esperanza creció un día antes, con la derrota del Morelia ante Cruz Azul, pero el empate que le sacó el León en el mismo estadio Hidalgo, echó todo a la borda y por ahí se coló Querétaro, quien se encargó de vencer al Necaxa, para llegar por la puerta grande, como último invitado.
Esto no puede tener otro calificativo que un fracaso, al sumar cuatro torneos cortos sin llegar a la liguilla, después de convertirse por una década como una institución triunfadora y ejemplar del futbol mexicano, con la conquista de innumerables títulos en el futbol mexicano y en el extranjero.
Lo más doloroso para sus seguidores, es sin duda, sumar otra temporada sin aspiraciones de sumar una estrella más, cuando el equipo vino de menos a más, recuperando puntos, pero también perdiendo partidos claves.
Quizá lo más rescatable, es que quedó limpio el Grupo Pachuca, después de especular que el León, como parte de la misma institución podría dejarse ganar, para que los Tuzos tuvieran la entrada libre, pero el empate calló bocas.
CULPABLES?
En primer término podrían ser los jugadores, que tuvieron todo para asegurar su boleto y no fueron capaces de vencer a la Fiera, como los protagonistas que tenían todo para asegurar el pase y lo dejaron ir.
El técnico, Pako Ayestarán, tampoco está limpio, porque le faltó la idea táctica en juegos que pudo ganar y que perdieron la mayoría en los minutos finales y en otros, faltó la jugada inteligente cerca o dentro del área contraria, para concretar.
En fin, no es el momento de señalar culpables, sino de analizar fallas, errores y tener la fortaleza para dar las gracias a quien sea necesario, incluyendo al mismo técnico, porque así como salieron jugadores de primer nivel, también se le otorgó una base y el material humano para estar en la pelea.
Lo cierto es que se termina con una temporada y habrá que hacer una evaluación a fondo, con un respaldo en los canteranos y con charlas directas de los más experimentados, porque habrá quienes ya cumplieron con su ciclo y de ellos mismos den sus conclusiones para quedarse o irse. No hay otra.