Hidalgo Sport. Récord.- El Cruz Azul le dio la espalda a la victoria y al espectáculo. En su pecado llevará la penitencia de pelearse todas sus fichas de entrada a la Liguilla en las últimas tres jornadas. Todo por complicarse de más y no saber descifrar la defensiva de los Gallos, que se resguardó bajo su arco y atacó cuando se lo propuso, para sacar un triunfo (1-2) valiosísimo para sus aspiraciones y doloroso para una Máquina desdibujada.
Los celestes volvieron a fallar en casa. Hecho castigado en nuestro campeonato, en el que los partidos de local habitualmente son los que definen si un equipo es o no de Liguilla. Este Cruz Azul parece no querer serlo. Ante su gente no sabe ganar en este semestre y acumuló una derrota más para complicar su avance en el Clausura 2012.
La Máquina se topó con unos Gallos infranqueables que no regalaron un ápice de terreno. No lo harían en las condiciones en las que se encuentran, con la quema del descenso cerca de sus pies.
Y fue contra lo que el Cruz Azul batalló durante 90 minutos, además, de su poca creatividad para desequilibrar y plantarse frente a Liborio Sánchez, recién integrado a su club tras el éxito en el Preolímpico, al igual que Aquino y Araujo para el cuadro capitalino.
Fue Javier, el hombre que tanto añoraban los celestes, quien intentó una y otra vez crearse el espacio necesario para penetrar la zaga rival. Sus intenciones se vieron fulminadas por un muro que no quiere permitir más descalabros.
La intensidad de la zaga queretana se transmitió a los hombres de adelante, que también pusieron en aprietos a Corona y sus defensores. Romo, impecable en los balones aéreos, aprovechó un tiro de esquina y sorprendió a su ex equipo a unos instantes de que se terminara la primera etapa. Acción recriminada por la afición azul que despidió entre chiflidos a sus jugadores por el poco compromiso.
No tardó en regresar la Máquina a su cancha y convencerse que la calificación sigue en juego. Perea fue el que más lo entendió y, tras un centro de Aquino, venció a Liborio para emparejar los cartones. Nuevo partido con todo el complemento para revertir los daños hechos.
Las aproximaciones continuas hicieron soñar a los asistentes al Azul. Giménez y Maranhao siempre lo intentaron, pero nunca lo lograron. También Francisco Flores, un chico irreverente por la banda derecha que tan pronto como recuperaba el balón, lo transitaba con certidumbre y peligro. Sus centros casi siempre llevaban destinatario y Perea lo agradecía, aunque sin la capacidad de definir para acercarse a la victoria.
El ocaso de la batalla fue más de lo mismo, con una Máquina decidida a ganar en los últimos minutos, pero incapaz de pasar por encima de unos ‘gallos de pelea’ que lo dejaron todo sobre el campo, al grado de encontrarse con un triunfo de último minuto, tras un remate sobre la línea de Efraín Cortés que sentenció la sorpresa y mandó a los celestes a meditar su futuro.