Con la energía de aquel joven veinteañero de los años 60, pero ahora con 81 años y convertido en caballero, Paul McCartney provocó ayer lágrimas, risas y suspiros de distintas generaciones que convergieron en el Foro Sol, gracias a su Got Back Tour.
El público, que no lo veía desde hace seis años, gritó eufórico el nombre del exBeatle en este explosivo regreso, cuando los violines del final de “A day in the life” anunciaran su salida y el músico apareciera con una sonrisa para empezar la velada musical para interpretar “Can’t buy me love”, que los fans corearon a todo pulmón.
El cantante de 81 años comenzó a bailar enérgicamente como solía hacerlo con el cuarteto de Liverpool: moviendo una de sus piernas al tiempo que cargaba su icónico bajo con forma de violín y color miel, que siempre ha tocado con la mano izquierda.
Al más puro estilo inglés, con traje negro y camisa negra, Paul continuó hipnotizando a sus fans mexicanos con “Junior’s farm”, saltando así de una de sus primeras canciones con The Beatles a uno de sus primeros temas en solitario.
“Hello, México. Buenas noches. Esta noche voy a tratar de hablar un poquito de español”, dijo McCartney leyendo pero intentando dar su mejor español.
Para la tercera canción, Paul comenzó a hacer lo que siempre hacía con The Beatles: la experimentación, pues mientras él tocaba junto a la batería, el bajo y otros instrumentos, los vientos aparecieron en medio de la zona VIP, interpretando “Letting go”, la primera canción de Wings de la noche.