Cabezas Gutiérrez, de Codeme: 5 meses de administrar sólo ruinas

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Hidalgo Sport.- CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Con cinco meses al frente de la Confederación Deportiva Mexicana (Codeme), Francisco Cabezas Gutiérrez expresa sus intenciones de recuperar el sello fiscal y los apuros que enfrenta para que las autoridades levanten los embargos ejecutados sobre el inmueble y la chequera de esa asociación civil por deudas pendientes con dos de sus ­extrabajadores.

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La Codeme, un relevo en medio de la crisis
El nuevo líder de la Codeme alerta también sobre la desaparición de una parte de la flota vehicular del organismo durante la administración de José Amado Aguilar Argüelles, su predecesor, incluidos un tráiler con todo y caja seca que fue donado por la Secretaría de Hacienda, una camioneta de redilas y automóviles de diversos modelos.

Desde que la Codeme fue excluida del Sistema Nacional de Cultura Física y Deporte (Sinade) por las adecuaciones a la Ley General de Cultura Física y Deporte que entró en vigor en junio de 2013, esta asociación civil sufre una severa crisis económica, reflejada en adeudos que superan los 30 millones de pesos, de acuerdo con el balance preliminar de la auditoría correspondiente a la gestión de Aguilar Argüelles.

La apuesta del también presidente de la Federación Mexicana de Fisicoconstructivismo y Fitness, A.C., comprende reingresar al Sinade a la Codeme, que aglutina a las federaciones deportivas; además busca rescatar “todo lo que se pueda” del parque vehicular tras la desaparición por ventas de unidades que no fueron autorizadas por el consejo directivo en la pasada administración.

Se desconoce el paradero del tractocamión donado por la Secretaría de Hacienda a la Codeme en los tiempos del medallista olímpico Felipe Tibio Muñoz, en los noventa. Algunos empleados aseguran que el vehículo desapareció del estacionamiento del organismo de un día para otro; es probable, dicen, que haya sido vendido sin la aprobación del consejo directivo anterior.

En sitios en internet especializados en compra y venta de unidades de transporte, como seminuevos.com, se ofrecen tractocamiones usados modelo 2000 a precios que oscilan entre los 700 mil y 900 mil pesos, dependiendo la marca y el kilometraje recorrido. El monto no incluye la caja seca.

Al cierre de edición se desconocía también dónde estaba una de las dos camionetas de redilas pertenecientes a la asociación civil. Según el exsecretario general Alfredo Velázquez Íñiguez, una de esas camionetas fue vendida por Aguilar Argüelles cuando era titular de la Codeme.

“El presidente nos informó en diciembre de 2020 que vendió la unidad al amigo de uno de los choferes de la Codeme. De la otra camioneta no sé su destino”, relata.

El propio Velázquez admite haber visto en 2013 el tractocamión de la Codeme en la parte final del estacionamiento. “Incluso lo usaban como bodega. Después ya no supe más de su paradero”. Y aclara: si las unidades fueron vendidas, “nunca pasó por el acuerdo del consejo directivo”.

Francisco Cabezas Gutiérrez. Foto: Benjamín Flores
Problemas heredados
La administración de Cabezas Gutiérrez continúa sin ubicar el paradero de, al menos, 20 unidades, la mayoría de ellas cedidas a las federaciones deportivas en la modalidad de comodato.

Hay un listado de vehículos que, en apariencia, fueron negociados bajo la figura de “donación” a cambio de un recurso económico; incluso ya está en curso una investigación a los presidentes de las federaciones para determinar la forma en que se hicieron de las unidades propiedad de la Codeme.

Velázquez no se explica que una parte del parque vehicular haya sido negociada sin la autorización del consejo directivo y que no se tengan evidencias de que el dinero, producto de esta maquinación, haya ingresado a las finanzas del organismo, máxime que su chequera está embargada. A todo esto, y pese al embargo a esta asociación civil, hay otros dos automóviles de los cuatro a disposición de la Codeme que no han sido ubicados.

Según él, durante la administración anterior “se robaron muchas camionetas que fueron cedidas en comodato a las federaciones. Eso pasó en el transcurso de estos años, como ocurrió con la unidad al servicio de la federación de ajedrez. Se robaron algunas camionetas, y eso lo debe saber Pancho Cabezas, pero a mí que no me meta que haya sido comparsa de alguien. Fui secretario general de la Codeme y una cosa es que le informen a uno y otra que no esté de acuerdo”, comenta el exdirectivo.

En entrevista, Cabezas admite haber participado en el acto de entrega-recepción con su antecesor, José Amado Aguilar, en condiciones poco claras, de tal manera que se ha ido enterando por mera casualidad de la real situación que predomina en la asociación civil, uno de los tres grandes organismos del deporte federado, junto a la Conade y el Comité Olímpico Mexicano.

Tras casi medio año de que Cabezas tomó el control de la Codeme, siguen saliendo a la luz más detalles de los problemas que arrastra el organismo en menoscabo de su patrimonio. Ahora, el titular de la asociación civil se prepara para ajustar cuentas con su antecesor, y se dice dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.

“Encontramos la casa vacía”
Cabezas amaga con recurrir a las instancias legales con tal de que el exsecretario general del organismo le haga entrega de todas las actas del anterior consejo directivo.

Entre otras cosas, el directivo dice que Velázquez deberá aclarar las condiciones actuales de la asociación, el destino del parque vehicular que forma el patrimonio del organismo, así como las partes faltantes del “desmantelado” muro de escalada, instalado en el predio de la propia Codeme. Cabe precisar que Alfredo también preside la Federación Mexicana de Deporte de Escalada, que no es reconocida por la Conade, pero sí por la federación internacional de la especialidad y por el Comité Olímpico Mexicano.

Cabezas relata: “Estamos trabajando muy fuerte en la auditoría. Hay mucha información que todavía estamos sacando. Vamos lentos porque hay muchos documentos que no tenemos, sobre todo no se entregaron las actas de consejo. No tenemos ninguna acta de consejo. Entonces vamos a denunciar en aras de obtener todo ese material”.

Conforme pasan los días se han encontrado “a cuentagotas” documentos que permanecían ocultos. “Encontramos la casa vacía. Hemos ido buscándole por un lado y por otro en los archivos o por terceras personas, y así seguimos. Así nos vamos enterando de las cosas, como el parque vehicular.

“Apenas estamos revisando: ‘Oye, este carro no está, este otro tampoco aparece, este auto fue donado, este fue vendido’. Es decir, poco a poco nos hemos ido dando cuenta de la actual situación de la confederación”, expone.

“Había un tráiler que fue donado a la Codeme por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y ese tractocamión no aparece. Apenas acaban de localizar el convenio de esta notación, en 1998. No tenemos una ruta, una pista, de su ubicación. Sólo sabemos que existe porque está en el documento.”

Esto es tierra de nadie, acusa, al revelar que también había un muro de escalada en la sede de la Codeme que fue desarmado antes de su llegada a la asociación civil. “Aparentemente se lo llevó Alfredo Velázquez”.

De momento, se desconoce el monto del daño causado a la flota vehicular, pues dice que todavía están en la labor de rastreo de las facturas. “No sabemos qué unidades faltan ni las marcas de las mismas, y si en realidad las tienen las federaciones. Tenemos que ir a tocar puerta por puerta: ‘Oye, ¿qué carros tienes?’, y hacer un comparativo con las facturas que tenemos. No puede ser que aquí tengamos algunas facturas y no estén los automóviles.

“Por el modelo, muchas de esas unidades son viejas. Puede ser que algunas ya ni siquiera funcionen, pero al tratarse de ­vehículos adquiridos con recursos públicos, de los cuales la mayoría fueron comprados por el teniente coronel Alonso Pérez (expresidente de la Codeme), hay un procedimiento para dar de baja los activos. Tampoco lo tenemos, no sabemos si existen.”

Cabezas detalla que algunas camionetas ya no funcionan; sale muy costoso mandarlas arreglar. Para ello “hay un procedimiento: se tiene que someter al consejo directivo y determinar si el auto se va a vender como fierro viejo o deshacernos de la unidad, pero debe haber una asamblea y consignarlo en un acta de consejo. Y no hay evidencias”.

Las actas de consejo, explica, son fundamentales: cada mes se reúne el consejo directivo, se levanta un acta firmada por los miembros del consejo, donde se toman las decisiones que luego se mandan a la asamblea, la que gobierna a la Codeme.

Por eso, reitera que solicitará personalmente al exsecretario general todas las actas de consejo. “Si al momento no las entrega, tenemos que demandar”. Por ahora, sólo disponen de 14 facturas de vehículos, aunque eso no significa que se tenga ubicada la unidad.

Con el sello fiscal, la chequera y el edificio embargados, Cabezas reconoce: “La preocupación prioritaria es rescatar el sello fiscal y la chequera fiscal. Desde el primer día estamos trabajamos en ello”.

El segundo punto de relevancia, expone, eran los empleados, “que ya no tenían responsabilidades. Ya ni el turno cumplían; venían a la hora que querían y cuando querían, porque no se les pagaba. Desde nuestra llegada, se trabaja todos los días y desde septiembre no se les debe un solo centavo”.

–¿Qué, encontró a su llegada a la Codeme?

–Nada. No había ni café. Nos dimos a la tarea de investigar cómo generar el recurso para pagarle a los empleados. Se les dio aguinaldo, prima vacacional y caja de ahorro. Se reactivó la planta de 13 trabajadores. También finiquitamos a cuatro “empleados” que no existían; no se comprobó que cumplieran una función.

Los deslindes de Vázquez
Entrevistado por Proceso, Alfredo Velázquez acepta: “Efectivamente, no se han entregado las actas de consejo. ¿Por qué no tengo las actas? Porque las juntas del consejo directivo eran irregulares. Y Cabezas lo sabe, se lo dije cuando me reuní con él previo a la asamblea electiva, en septiembre pasado.

“Tengo una serie de listas de asistencia de juntas del consejo directivo que eran irregulares porque a veces no iban todos; no había quórum. No había muchos temas que abordar. Esa es la realidad. El orden del día casi siempre versaba sobre lo mismo: se hacía hincapié en el programa de normatividad para que las federaciones pudieran cumplir.

“Luego estaba el informe del tesorero José Sánchez Jassen. Por lo regular, se le preguntaba: ‘¿Puede usted informar a los miembros del consejo directivo de las entradas?’. Y él decía: ‘Tengo conocimiento, y aquí está lo que ingresó por medio de Omdai (Organización Internacional de Automovilismo Deportivo de México), aquí está lo que entró del hotel Aristos. De lo demás, no tengo conocimiento’.”

A veces, relata, el orden del día era el reporte del tesorero. “Otro tema recurrente era el adeudo a los empleados y el sello fiscal, que heredamos de Alonso Pérez cuando dejó de pagar el ISR”.

En su deslinde, aclara: “No entregué las actas, pero no se oculta nada de las actas, y tampoco solapo a nadie. Que no me pregunten a mí, sino al responsable de los bienes de la Codeme, que de acuerdo a los estatutos es el presidente de esta asociación civil, y tiene el poder amplio y suficiente en términos del Código Civil para hacer diferentes tipos de acciones, entre esas los bienes materiales”.

El caso del lote vehicular –agrega– nunca pasó por el consejo directivo, en relación al tráiler y la camioneta de redilas. Desconozco el destino de la otra camioneta y no sé a dónde fueron a dar los demás vehículos.

Curiosamente, en enero pasado se redactó un oficio firmado por José Amado Aguilar, dirigido a las federaciones deportivas en las que avisa que, derivado de la situación financiera de la Codeme, tendrían que regresar los vehículos que se les entregaron en comodato. También les avisaba que el organismo se reservaba el derecho de recoger las camionetas.

“Esos documentos nunca se fueron porque ahí decía: ‘Por acuerdo del consejo directivo’. Yo detuve esos oficios. Por lo demás, no sé quién tomó la decisión de ceder, vender o regalar el tráiler y la camioneta, pero nunca fue un acuerdo de asamblea”, sentencia Velázquez.

En cuanto al desmantelamiento del muro de escalada, asegura que sólo se llevó las partes que son suyas. “Este muro no es de la Codeme, a la que sólo le pertenecen las columnas que recuperé de los escombros del cuarto piso del edificio. El piso, el techo ligero, unas tablas viejas que ya no sirven, así como colchones, también se quedaron. Ahí está lo que se quedó en la Codeme…”.

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