Clasificar al equipo mexicano de voleibol de sala a los Juegos Olímpicos de Tokio y pelear por una medalla, son las principales motivaciones del entrenador Jorge Azair, en su lucha contra el Covid-19 y el linfoma de hodgkin.
Tras ser dado de alta del primer padecimiento, el instructor está aislado en su casa, donde construye nuevos sueños que espera cumplir a corto plazo.
“Los deportistas estamos acostumbrados a la competencia y en este caso enfrento una contra mí mismo. Siempre he dicho que hasta donde tope mi vida quiero hacerlo bien porque me quedan muchas metas por cumplir”, dijo el mexicano.
Azair relató el proceso que pasó desde que detectó los primeros síntomas del Covid-19, en abril.
“Viajé a la Ciudad de México porque operaron a mi madre y fui a cuidarla. Utilicé cubrebocas, gel y lentes protectores, pero aun así, sucedió el contagio en el aeropuerto, desconozco si el de Monterrey o Ciudad de México. Comencé a tener fiebre y dolor principalmente en la espalda por lo que me hicieron dos pruebas, la primera resultó negativa pero la segunda dio positivo”, detalló Jorge.
Tras poder respirar por sí mismo, Jorge fue dado de alta en el Hospital Universitario y los medicamentos contra el Covid-19 no afectaron el tratamiento que lleva contra el linfoma de hodgkin en ganglios.
“Una vez que culmine con mi cuarentena tendré una cita médica para que me programen un trasplante autólogo que combata el cáncer, me he preparado para ese reto física y mentalmente”.
Azair pidió a la población tomarse en serio la pandemia, pues padecer Covid-19 ha sido una de las pruebas más fuertes de su vida.
“Las ocho noches que pasé en terapia intensiva fueron duras porque te generan ansiedad al estar postrado en una cama y no poder moverte”, concluyó.