Hidalgo Sport.- Desde que empecé a escribir en los medios, me puse una misión: defender que el fútbol no solamente es un deporte, sino que tiene que ver con todo. Tal vez es una forma muy romántica de verlo, pero razones para verlo de esa manera, sobran. En las butacas de un estadio no hay estratos sociales, no hay diferencias; cuando anota tu equipo, te puedes abrazar con el de al lado, chocas manos con los de atrás, celebras con los de enfrente. Por un momento, no existe nada más.
Para tal caso, muchas cosas que tenemos a la orden del día están vinculadas al fútbol (para bien y para mal); la política, la literatura, la historia, hasta la sociedad misma… este deporte va más allá de 22 jugadores persiguiendo y pateando un balón. Y yo intento demostrar porqué.
Cuando me invitaron a escribir esta columna semanal, no lo dudé ni por un momento. Primero, porque los Lozada, con su gran trabajo en el ámbito del periodismo deportivo, se han convertido en una institución dentro de Hidalgo; y segundo, porque era un espacio más para defender la primera idea planteada.
Existe gente que sigue vinculando a la ignorancia y al fútbol. Ese es el cliché. No hay nada más engañoso que un cliché. Hay futbolistas que leen, que se preparan. Hay aficionados que son grandes eminencias en sus áreas. Hay diversidad. Y si bien, los antifutbol pintan al apasionado como un cavernícola que se emboba a la primer patada a un balón, la verdad es que la pelotita no evita que se abra un libro, como tampoco es impedimento para informarte de lo que pasa en tu entorno.
El fútbol es populachero, de eso no hay duda. Y claro que tiene su lado oscuro; dentro del mismo ámbito hay corrupción y mucha grilla, pero así como el fútbol se ha usado en su momento para darle el famoso pan y circo a la gente, también ha servido para alzar la voz y para mostrar realidades duras. Todo eso quiero demostrar en su momento. Muchas sociedades en el mundo se podrían estudiar con base en su cultura futbolística.
No pretendo decir que el fútbol lo es todo, porque no lo es, pero ya lo dijo Jorge Valdano: «El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes». Y lo es por el simple hecho de la importancia que se le da socialmente en todo el mundo. Y eso no tiene que tener una connotación peyorativa.
El problema, según lo veo, es que hay mucha gente que se siente ofendida de que algo tan burdo, como patear un balón, adquiera una importancia más allá de lo normal. Y también es respetable verlo así, claro. Nadie tiene realidades absolutas. Por eso, y parafraseando a Galeano, el fútbol y Dios son parecidos por la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.
Al final, el lector tendrá la última palabra. Así que espero que me acompañen cada semana para leer una nueva historia, sobre el fútbol y el fenómeno social que representa.
Recuerden: el fútbol es como la vida, sólo algo más palpitante, que diría Menotti.