Hidalgo Sport.- Los 10 elementos de seguridad del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México no fueron suficientes para resguardar la seguridad de más del centenar de aficionados, jugadores, cuerpo técnico y medios de comunicación en el inmueble.
Los seguidores estuvieron relativamente tranquilos hasta antes de que comenzaran a salir los jugadores. Hubo hasta tiempo de bromear y gritarle “ehhh, puuu…” a un aficionado que gritó “arriba el América”.
Todos con sus playeras rayadas, algunas porras, incluso formaron un pasillo por el que pretendían que pasara el plantel, pero apenas los futbolistas se asomaron por la puerta la tranquilidad se convirtió en caos.
Se rompieron las filas y cada uno corrió para donde le dio a entender. Todos querían fotos, autógrafos o al menos tocar a los rojiblancos, pero ni los policías del aeropuerto, ni la seguridad del conjunto pudieron evitar que aquello se convirtiera en una batalla campal.
Ya no se trataba de saludar a Carlos Salcido o a Rodolfo Cota, la misión se había convertido en no dejarse golpear por los policías, que intentaban evitar que lastimaran a los jugadores.
Matías Almeyda salió rodeado por personal del cuadro tapatío. No había manera de acercarse entre los empujones.
Isaac Brizuela de igual manera tuvo que ser custodiado de inmediato, pero entre la algarabía cerca estuvo de estrellarse en las puertas de vidrio de uno de los restaurantes. A lo lejos se escuchaba a un pequeño gritando “Cone, Cone”, pero entre la gente quería tomarse una foto y la que lo jalaba del cuello, Brizuela ni siquiera pudo voltear.
El camión ya los esperaba en la entrada y de prisa subieron uno a uno. De momento la habían librado en el aeropuerto. En el hotel ya los esperaba más afición.
Ya en su sede de concentración, los recibió un grupo más grande de seguidores con banderas, bombos, papeles rojiblancos y bengalas.
En la explanada del lugar aprovecharon para llevar su clásica serenata, la cual terminó un par de horas más tarde.