Hidalgo Sport. Medio Tiempo.- Oribe Peralta iba a ser el héroe, Javier Hernández quiso forzar la situación para ser él quien se pusiera esa camiseta, pero resultó Raúl Jiménez a quien se le podrá agradecer el Mundial en caso de que el Tricolor consume la obra.
De película, como si hubiera ensayado mil veces la jugada y el momento para que fuera oportuno, el delantero americanista le regaló a un esquizofrénico Estadio Azteca una chilena de millones de dólares, de estampa de antología, que significó el 2-1 sobre Panamá.
A cinco minutos del final, cuando todo parecía perdido porque con el empate el Tricolor requería de un milagro en la última jornada, un héroe anónimo se robó la noche en que la Selección Mexicana al menos pintó raya con su pasado.
Su primer triunfo en casa en todo el Hexagonal llegó hasta el noveno partido de la Eliminatoria, en la que ahora le será suficiente un empate el próximo martes en Costa Rica para amarrar el Repechaje contra Nueva Zelanda y seguir con vida en sus aspiraciones mundialistas.
Gracias a Jiménez y pese al “Chicharito”, quien falló el penal de la tranquilidad, el debut de Víctor Manuel Vucetich no pudo ser más dramático ni alentador.
Con el “Chepo” en algún lado del mundo, la fórmula del nuevo estratega fue distinta y desde el inicio prometedora. Ya no fueron los predecibles desbordes por las bandas y el consabido centro a la olla.
Aunque las novedades fueron el diseño de la camiseta, Guillermo Ochoa en el arco, Rafael Márquez de Capitán o Miguel Layún como titular, el “Gullit” Peña apareció como volante y fue así como el Tri encontró profundidad por el centro y como al “Chicharito” le llegó la primera del partido, que falló.
Panamá había advertido que no firmaba el empate, pero desde el minuto 10 ya hacían tiempo esperando que los restantes 80 se fueran como agua.
Todos se dedicaron a defender, si acaso Blas Pérez intentaba quedarse en punta para distraer mexicanos. De todos modos, cualquier aviso panameño, por tibio que fuera, provocaba pánico entre los verdes en la cancha y la tribuna.
De la era del “Chepo” quedaban rastros, y como ejemplo, Javier Aquino fue luz y sombra. Si bien consiguió el penal que falló Hernández, erró al definir la jugada más hilvanada de toda la noche.
Justo cuando el Tri comenzaba a dar muestras de desesperación por el tiempo que pasaba, apareció un primer héroe.
Oribe Peralta remató con furia hasta las redes al 39’ después de controlar un pase de Hernández en el área para poner a festejar a una afición noble y fiel toda la noche pero que no tardó en caer en triunfalismos.
Inmediatamente, tras el 1-0 se escucharon los “¡Olés!” y el “Cielito Lindo”, sin que se aprendiera la lección del “Aztecazo” hondureño de septiembre pasado, cuando los centroamericanos remontaron también un 0-1.
México pudo llenarse de tranquilidad cuando a Aquino le marcaron un dudoso penal por el empujón que al 56’ le propinó Felipe Baloy.
Pero Javier Hernández pidió el balón, como si hubiera sido él quien marcó el 1-0, como si le sobraran minutos y ritmo con el Manchester United.
Débil, anunciado, a media altura fue su disparo y de nuevo la angustia.
Panamá hizo movimientos para potenciar el ataque mientras Vucetich sacó a Giovani para jugar con Fernando Arce.
Ya era el Tri quien pedía la hora y Panamá el apurado. A nueve minutos del final, un error de Hugo Ayala y una atajada más efusiva que efectiva de Ochoa derivaron en el 1-1 de Luis Tejada.
Los panameños se sintieron en Brasil mientras los locales recordaban con nostalgia lo que es clasificar a un Mundial y observaban desanimados el cambio de Raúl Jiménez al 83’.
Pero en su primera jugada, con dos minutos en la cancha, el delantero americanista se encontró con un balón en el aire a media área, ante el cual no dudó en elevarse de espaldas al arco para soltar una chilena histórica que valió el 2-1.
Por si faltara más dramatismo, el “Chaco” terminó con la cabeza vendada por un golpe, mientras que a “Chicharito” le dejaron de marcar lo que parecía penal y el “Gullit” todavía desperdició uno más en la compensación.
Tras el silbatazo final llegó la explosión de emociones y una gresca en la cancha que quedará en anécdota porque de esta noche sólo quedará la estampa de Jiménez y las esperanzas nuevamente vivas para ir al Mundial.