Por: Olga León Téllez
La discapacidad física no es ningún límite, no hay barreras cuando se sueña, se vive, se agradece y se aspira en grande.
Bajo este estandarte ha transcurrido la Historia de Vida de Jairo Alberto Montoya Ordaz, misma que hoy comparte con Hidalgo Sport.
UN ACCIDENTE DEFINE SU DESTINO
Hace 28 años nació en Tula de Allende, Hidalgo; sus padres le inculcaron la actividad física como un estilo de vida, y fue esa herencia la que le dio fortaleza, visión y valor.
Apenas tenía siete años de vida cuando los juegos y distracciones propias de su edad se vieron interrumpidas por un lamentable accidente.
Una bala perdida se aloja en su columna y la fragmenta en dos; tras un mes en el hospital recibe la noticia de que no volverá a caminar; su trayecto de vida a partir de entonces ha sido sobre una silla de ruedas.
SIN FATALISMO
A pesar de su corta edad, Jairo enfrenta su nueva realidad con entereza y decisión.
“Nunca dar lástimas, aprender a pasar por alto la falta de cultura y respeto que existe en la sociedad hacia quienes tenemos la mala fortuna de sufrir alguna discapacidad física”, enfatiza.
PROCESO DE ADAPTACIÓN
Con el respaldo incondicional de sus padres María Luisa Ordaz Toral y Mauro Montoya García, así como de su hermana menor Yesenia, Jairo no sólo se adapta a la silla de ruedas que lo llevaría muy lejos, sino que se acostumbra a las miradas morbosas de compañeros de clases, profesores y vecinos.
LLEGA A PACHUCA
Cuando cursaba el segundo grado de secundaria, Montoya Ordaz viaja a Pachuca y se instala en el Parque de Poblamiento con su madre y hermana, e ingresa a la técnica 40.
“Esa fue una época muy difícil, la situación muy precaria, reconozco a mi madre como una guerrera, siempre alentándome; un compromiso moral que yo no podía defraudar, así es que no había otra opción mas que seguir sin claudicar”, recuerda Jairo.
INCURSIONA AL DEPORTE ADAPTADO
A través de una vecina, Jairo recibe la invitación para acudir a la Asociación Hidalguense de Deporte Adaptado que dirigía Javier Bautista, y así inicia su relación con el deporte competitivo.
Gracias a su agradable carácter y carisma, y a que gusta de la autoayuda, la convivencia y la constante superación, aprende a sortear todas las dificultades para trasladarse en Pachuca, estudiar y entrenar.
NACE EL NIÑO DE ORO
Aunque inició con una silla de ruedas de basquetbol que le prestó Héctor Escorcia, participó en su primera olimpiada nacional, pero en la prueba de atletismo, y enfrenta a competidores mucho mayores que él.
Viaja a Tuxtla Gutiérrez, es el único de Hidalgo, ahí inicia su cosecha de medallas y recibe el mote de El Niño de Oro, situación que lo encumbra y lo lleva a grandes escenarios.
APOYO OFICIAL
Aunque tuvo a Octavio Vázquez como su primer entrenador, decidió prepararse por su propia cuenta, viajaba al Centro Paralímpico en la ciudad de México y llega un invaluable apoyo.
“Durante una ceremonia del Mérito Deportivo, con Alberto Chávez al frente de Instituto del Deporte, entregué un papel escrito a mano al entonces gobernador Miguel Osorio, y así llega mi primera silla profesional, pero también crece mi compromiso de seguir sin rendirme”, comenta Jairo con visible entusiasmo.
MULTIMEDALLISTA
Así inicia una interminable cosecha de medallas a nivel estatal, nacional e internacional en olimpiadas y eventos oficiales, viaja a Estados Unidos, Suiza, Canadá y otros países y es ampliamente reconocido, es Premio Estatal del Deporte, Mérito Deportivo y conquista incontables reconocimientos.
PIONERO Y EJEMPLO A SEGUIR
Una de las grandes satisfacciones de Jairo es que fue pionero y abrió puertas a nivel nacional, sentó un precedente de respeto y prestigio que han seguido otros deportistas de Hidalgo.
OTRA PRUEBA DE FUEGO
Producto de su crecimiento físico natural, Jairo requiere de una cirugía necesaria en 2009, la define como una prueba de fuego, recibe una barra de titanio en la columna que lo mantiene un año en cama.
Preso de la depresión toma fuerzas y con el apoyo de gobierno estatal, gente buena (como el la define) teletón y su familia, retoma la actividad y la conquista de preseas en 2010.
Un año después lo someten a otra cirugía, corrigen la barra de titanio y se aleja medio año; sin evitarlo se vislumbra el adiós del deporte competitivo.
PREPARACIÓN ACADÉMICA
Jairo culminó su instrucción secundaria en la Técnica 40, Cebetis 22, y en el CENHIES, con apoyo del rector Leonardo Ramírez (qepd) se tituló como licenciado en derecho.
DESDE OTRA TRINCHERA
Consciente de que seguir compitiendo es muy costoso, Jairo empieza a trabajar para el deporte desde otra perspectiva y conoce que el apoyo al deporte depende totalmente de la política.
Como agradecimiento al apoyo que él recibió, participa en grupos juveniles y en el Centro de Justicia Para la Mujer y en la Contraloría del Estado y renuncia hace un año.
MÁS MEXICANOS
Actualmente y a través de una Asociación Civil y como retribución al premio que le ha dado la vida para seguir luchando, apoya a población vulnerable, indígenas y personas discapacitadas.
Comenta que ahora forma parte de una generación de políticos humanos, es encargado de la zona Otomí Tepehua, sociedad a la que valora y reconoce y realiza una labor social que le alimenta el alma.
“Quiero replicar la ayuda a quien la necesita, hemos entregado mas de 200 sillas ruedas, aparatos auditivos, apoyamos el medio ambiente y a las personas creativas, así nuestro estado crece”, recalca Jairo.
INVITACIÓN FIRME
Montoya Ordaz desea replicar la ayuda e integrar a los jóvenes a ésta labor y está convencido que los grandes personajes se forman desde el seno familiar. Así lo enfatiza en la conferencias que ofrece periódicamente.
“Los invito a vivir intensamente, a disfrutar y agradecer la vida, hay que crecer y ayudar a crecer, la discapacidad física no es un límite, es un motivo, un trayecto de vida”, comenta Jairo.
OTRAS ACTIVIDADES
Como todo joven de su edad, busca ser inspiracional, le gusta viajar, ir al cine, pero ante todo, disfruta de su familia y desea, forma la propia, aunque dice: “No llevo prisa”.