Reflexiones de un juego de futbol, y el fanatismo de la ignorancia

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Hidalgo Sport.- Francisco Lozada.- Qué tristeza del ser humano, del mexicano, del fanático, de arrastrarse en su sala por una derrota de su equipo, de un enajenado que no piensa que debe trabajar al día siguiente por el bienestar de su familia.

Este comentario viene a colación del partido entre América y Monterrey, que arrojó todo tipo de opiniones, salidos de la realidad, desde insultos y mentadas de madre en las redes al perdedor o al ganador y no se diga al árbitro, con puntos de vista muy personales, pero fuera de realidad.

El deporte es un tema muy sagrado por sus protagonistas, como profesionales de su disciplina, por su preparación física, técnica y mental, para convertirse en los mejores en su ramo, por ofrecer un espectáculo a sus seguidores, por conservar su salud.

Desgraciadamente, en el futbol o en cualquier deporte profesional, las cosas se profundizan en un fanatismo fuera de control, incluso con violencia y asesinatos fuera o dentro de los estadios y aunque los extremos no llegaron a tal en el partido del América y Monterrey, y lo comentarios sólo se dieron en las redes sociales.

Esta es una realidad de la idiosincrasia de los mexicanos, que vivimos de una pasión momentánea, por un equipo de futbol, que sólo ofrece un espectáculo de 90 minutos o tiempos extras, como acaba de suceder, para decidir a un campeón.

Pero, fuera de ese momentáneo fanatismo no pasa nada, más que engrosar los bolsillos a los dueños de los clubes y en este caso de La Federación Mexicana de Futbol, que maneja y es dueño de todo.

Desgraciadamente es la mentalidad generalizada de quienes viven y se enajenan con pasión el futbol, porque es el tema del día, que en los comentarios de hidalguenses o de pachuqueños, que desbordaron su pasión en un simple juego.

Y nosotros, haciéndonos trizas, comentando estupideces, sin pensar en nuestras familias, en nuestras funciones o trabajo, por el bienestar de los nuestros. Solo una reflexión momentánea de lo que somos, queremos ser o de convertirnos en unos títeres entre nosotros mismos.