Hidalgo Sport. Agencias.- El Atlético de Madrid retomó el pulso a La Liga con una victoria contra el Athletic Club, promovida y resuelta por Ángel Correa, el asistente de los dos goles de Saúl Ñíguez y Álvaro Morata y la diferencia del partido junto al portero Jan Oblak, desde cuyas paradas construyó un triunfo revitalizante que ejerció presión sobre el liderato del Barcelona y se reencontró con su afición y con su estadio, donde no ganaba en la Liga desde el 1 de septiembre.
Nada habría sido posible sin Jan Oblak. Desde una sensacional estirada al primer minuto, con un cabezazo potente de Íñigo Martínez al que voló para despejarlo por encima del larguero, se salvó del 0-1 el Atlético, ahogado en la puesta en escena por la buena presión del Athletic, capaz de recuperar la pelota siempre con celeridad.
A lo primero correspondió el control con el que desbordó a Unai Núñez para irrumpir en el área o el recorte posterior; a lo segundo los dos toques siguientes de la jugada, el penúltimo también suyo para la llegada de Saúl, el origen, él había conectado antes con Correa con un pase, y el final de la jugada del 1-0.
Un alivio para el Atlético, por debajo hasta entonces de su adversario, y un golpe inesperado, inasumible después, para el Athletic, que defendió tan mal la jugada como lo hizo luego en otra opción de Correa y que se marchó al vestuario con la sensación de que había sido mejor en casi todo, menos en el gol y en la portería, los dos detalles más esenciales para lograr el triunfo.
Iker Muniaín tuvo otra media chilena y un disparo desviado, este último ya con el 2-0 del Atlético, con el pase de Koke, reencontrado con su gente después de los silbidos del pasado martes, al espacio para que Correa, de nuevo, entregara a Morata el gol y la sentencia de un triunfo tan reconfortante para él como frustrante para el Athletic.