
Hidalgo Sport. Medio Tiempo.- Una de las máximas glorias del boxeo mexicano, Rubén ‘el Púas’ Olivares, cumple 72 años. Alguna vez considerado como el mejor pugilista mexicano, antes de la aparición de Julio César Chávez, Olivares es recordado por su entrega en el ring y sus rachas de 22 y 21 victorias por nocaut, ambas como dos de las más largas en la historia del boxeo, así como su registro de 78 combates ganados por la misma vía y por sus Olivares y por sus títulos de peso Gallo y Pluma.
Pero más que los títulos y las rachas, El Púas está en el imaginario colectivo por ser el ‘boxeador del pueblo’, aquél que cumplió a cabalidad el estereotipo del pugilista mexicano: surgir del barrio para dejar atrás la miseria, llegar a lo más alto y tocar el cielo, sin olvidar jamás sus orígenes, y como Ícaro, descender con las alas quemadas debido a los excesos.
Nacido en 14 de enero de 1947, en Iguala, Guerrero, llegó a los 3 años junto a su familia a vivir a la colonia Bondojito, misma que le forjó en su camino al boxeo, pues los puños fueron su medio para sobrevivir en un barrio duro, donde las carencias eran el motor para buscar un camino distinto.
A los 17 años tuvo su debut profesional, donde noqueó a Freddy García y de ahí vinieron grandes rachas, la primera de 22 victorias ganadas en fila.
Llegaron los títulos y el cariño de la gente, que seguía sus peleas por radio o televisión, siempre alentando al gran Púas. También supo lo que fue caer derrotado (105 peleas: 99 victorias -78 por KO-, 13 derrotas y 3 empates), pero más que algo negativo, esas caídas le sirvieron como impulso y la afición mexicana lo veía como una oportunidad más de ver a su ídolo volver por sus fueros, como una especia de ejemplo de ir contra las adversidades.
Y ese fue precisamente el encanto del Púas con la gente: el ídolo del pueblo con tal carisma que le llevó incluso a incursionar en el cine, en las llamadas películas de ficheras, o a posar al lado del Santo y otras figuras, y de ser reconocido por el propio gremio boxístico al ser entronizado al Salón de la Fama en 2010. Pero también se le recuerda por haber perdido en lo económico.
Todas aquellas bolsas que ganó gracias a los golpes, se esfumaron por la bebida y los excesos, o como él mismo confesaba, parrandas de semanas enteras. Sin embargo, esos detalles hicieron que Olivares estuviera al nivel del pueblo: a pesar de los triunfos, los viajes, la fama, el dinero y las propiedades, nunca se fue del todo, siguió (y sigue) como uno más del barrio. Así pues, felicidades a Rubén ‘El Púas’ Olivares, una de las glorias del boxeo mexicano.