Hidalgo Sport. ESPN.- La selección de España se presentará en el Mundial de Rusia con la mochila más llena de dudas que de certezas. Si ante Suiza, en Villarreal, firmó un 1-1 que expuso sus problemas de remate, Túnez, su última piedra de toque antes del debut contra Portugal, descubrió la incomodidad de una Roja a la que le costó 84 minutos superar la resistencia del equipo africano, que cedió un 1-0 tan honroso para las Águilas de Cartago como preocupante para los hispanos.
El triunfo lo sentenció el último que apareció en escena, Iago Aspas, cuando las urgencias ya eran seña de identidad en una España atolondrada y nerviosa. Lopetegui solventó a falta de un cuarto de hora con dar entrada al delantero del Celta por Jordi Alba para revolucionar el dibujo, encarando la recta final con tres defensas, un doble pivote y dos puntas por delante de los tres intocables mediapuntas.
Le salió bien gracias a la pelea de Diego Costa en un pase profundo que acabó con el rebote a placer para el disparo seco e imparable de Aspas, pero en el conjunto de los 90 minutos quedó patente que la Roja está aún lejos de lo esperado.
El equipo de Lopetegui dominó el juego… Pero lo hizo por la permisividad de los hombres de Nabil Maaloul, cómodos en su planteamiento defensivo, descolgando solo en ataque a Naim Sliti y rellenando su terreno con hasta nueve futbolistas que provocaron en muchas ocasiones un colapso en el juego de combinación español.
El técnico español, que recuperó para el once inicial a Sergio Ramos, Busquets e Isco, juntó al azulgrana con Thiago Alcántara en el doble pivote y colocó en punta a Rodrigo en vez de Diego Costa, por delante de un trío de peloteros (Iniesta, Isco y Silva) cuyo objetivo era, claramente, desequilibrar a una zaga que, se suponía, acabaría cediendo a la calidad hispana… Nunca ocurrió.
Túnez, que debutará el 18 de junio contra Inglaterra en un grupo que completan Bélgica y Panamá, mostró las armas con las que disputará un Mundial en el que avisó no quiere ser un simple acompañante. Rocoso en defensa, organizado en la contención y sin lugar para alegrías innecesarias, el equipo africano está lejos de la aristocracia del fútbol pero tiene argumentos para convertirse en una pesadilla para cualquier rival.
España tiene posesión pero adolece de gol. El 6-1 con que aplastó a Argentina en marzo queda hoy como un simple recuerdo lejano ante las dificultades de sus dos últimos amistosos. A Suiza le marcó Odriozola con un disparo eléctrico e inesperado pero ni Diego Costa ni Aspas estuvieron a la altura esperada; ante Túnez apareció Rodrigo… Y se repitió el mismo problema que, curiosamente solventaron entre los dos puntas a los que el entrenador apartó, de entrada, de la alineación.
Si Suiza fue elegida por una cierta similitud con Portugal y Túnez, lo confesó en la previa Lopetegui, lo fue por ser un equipo parecido a Marruecos, las conclusiones no invitaron al optimismo. Ni en Villarreal ni, tampoco, en Krasnodar.
España ganó pero no convenció. No se le pudo negar su intención, sus ganas ni tampoco su filosofía de juego. Lopetegui supo cambiar sobre la marcha el sistema y le sonrió la fortuna… En un partido concreto y sin nada más que la honra en juego. Pero dejó en el escenario demasiadas dudas.
