Hidalgo Sport.- Admitirlo sería tanto como admitir el fracaso. El americanista es un tipo orgulloso: aunque esté caído, golpeado, ultrajado, intenta salir de la situación “tirando golpes”. La conferencia de prensa del martes fue tan sólo un montaje. El América pretende sostener planes, proyectos como una institución seria, dice su presidente deportivo, pero la presión externa es más poderosa que los propósitos de cualquier directivo. El América es una “olla express”. Tendrá más y más presión… Y al final, terminará explotando.
En el fondo, muy en el fondo de su butaca, de su corazón y de su inteligencia, Ricardo Peláez sabe que lo que sucedió sábado por la noche en el Estadio Azteca es irreversible. La suerte de Ignacio Ambriz está echada, pero lo que más preocupa, obviamente, es “la suerte” del América en una época donde todo, en la vida del club, supone ser más sensible y delicado.
El América no sólo perdió con Chivas un juego de altas emociones, también, fue vulnerado, le pasaron por encima en una noche que los americanistas recordaran siempre con amargura: el equipo fue incapaz en lo futbolístico y luego, cuando sugirió la tradicional presencia de fortaleza anímica para “despertar”, ello jamás ocurrió. Durante poco más de noventa minutos, desde su palco, los enrojecidos ojos de Peláez buscaban alguna “pista” de un equipo que pudiera sobreponerse y darle las alegrías que los aficionados necesitan en el festejo del Centenario. El América jamás insinuó algo de ello. Todo lo contrario: se fue haciendo más pequeño y más vulnerable mientras el rival lo atosigaba, lo arrinconaba y lo aplastaba.
Futbolísticamente, América fue claramente superado en el medio campo. La desesperación era evidente en personajes comúnmente seguros como Oswaldo Martínez y “El Chepe” Guerrero. Hacia el frente, el equipo produjo poco. Rubens Sambueza desapareció al igual que el ecuatoriano Ibarra. Carlos Darwin Quintero aportó casi nada en el tiempo que estuvo en la cancha y Silvio Romero no tuvo balones para hacer daño. El América, con uno de los planteles más ricos y poderosos de la Liga MX, pareció extrañar demasiado al veterano Oribe Peralta. Los cambios que Ambriz propuso jamás pusieron al equipo en capacidad de competir ante unas Chivas que aparecían en otra revolución cuando defendían, atacaban, tocaban y contragolpeaban.
Y puede que los números no apremien demasiado: el América ha sufrido un par de derrotas en el torneo, ambas en casa, ambas por diferencia de tres goles y ambas antes rivales que le suponen algo especial. Antes del fracaso del sábado contra Chivas, habían sucumbido, a finales de julio, contra un candidato al título como Tigres. Pero el problema está en las formas, en las maneras, en los modales para perder. Un equipo como el América no puede darse ciertos “lujos”, como el concederse una “noche libre” de sábado para perder ante su acérrimo rival justo cuando lleva un escudo en su camiseta que destaca la celebración de sus primeros 100 años de vida.
Yo creo que “la suerte” de Ambriz está echada. Un “Plan B” o uno “de emergencia”, como usted quiera llamarle, ha sido puesto en operación. Están buscando opciones, analizando nombres y posibilidades, porque las oportunidades se han agotado y el equipo no puede permitirse un nuevo paraje donde le falten respuestas para tantas preguntas.
El América fue exhibido en pleno festejo del Centenario, mientras Ricardo Peláez fruncía el ceño, apretaba las manos y se mordía la parte interior del labio. Es tiempo de tomar decisiones.