Hidalgo Sport. Medio Tiempo.- Esperaban alrededor de 200 personas, pero después de dos horas de iniciada la protesta sólo fueron cerca de 30 quienes se congregaron para repudiar la visita de la Selección Mexicana.
Sin embargo, la poca afluencia contrastó con la dureza de las consignas por la visita del Tri a un Estado que se caracteriza por la dureza de sus leyes antiinmigrantes.
“La Selección Mexicana vino a dejar dinero para los racistas”. “La Selección apoya la deportación”.
Esas eran las frases en varias de las pancartas, mientras un hombre con altavoz gritaba sobre la banqueta de la Avenida Glendale casi en la esquina de la Calle 95: “¡No compre boletos para la autodeportación!”, “¡También la complicidad es criminalidad!”.
Esto sucedía aproximadamente a un kilómetro del estadio sede del México-Dinamarca, donde la protesta inició desde tres horas y media antes del juego.
“Es como un ojo morado que se va a llevar la Selección al venir al centro del racismo”, explicó Salvador Reza, líder del movimiento “Tonatierra” en defensa de los indocumentados, a quienes considera pobladores originales de este territorio, cuando era mexicano y no estadounidense.
“Mucha gente no sabe que el dinero que están dando ahí se va a ir para su propia deportación, y ese es el mensaje”.
“Mucha gente no sabe que el dinero que están dando ahí se va a ir para su propia deportación, y ese es el mensaje”.
Convencido de que el Tri se desprestigia con esta visita y un historial de tres arrestos por participar en actos para impedir redadas contra inmigrantes, aseguró que la protesta no tiene que ver con los jugadores, pero sí con los promotores del partido y los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol.
“Es todo un sistema de represión aquí en Arizona, creemos que mientras el país se está moviendo más hacia la tolerancia, aquí en Arizona se están volviendo más intolerantes y eso es lo que nos lastima, que la Selección Mexicana venga para acá”, agregó.
Sin embargo, ese ánimo contestatario contrastó con el entusiasmo de muchos automovilistas con camiseta verde y en dirección al estadio, quienes escuchaban por parte de los protestantes la advertencia de que un día llorarían su deportación.
Ya alrededor del inmueble, la fiesta poco tenía que ver con la protesta.
Cientos de seguidores armaron el tradicional asado hasta con música de banda en los estacionamientos aledaños.
Sin pensar en deportaciones ni protestas, fueron mucho más los aficionados que pensaban más en goles y cervezas.