Hidalgo Sport. Francisco Lozada.- Hace justamente 12 años, en plena efervescencia de su carrera, que lo colocaba como goleador e ídolo del Pachuca, Pablo Hernán Gómez, se convirtió en la nota del futbol mexicano, después de sufrir un accidente automovilístico, que lo privó de la vida, junto con su esposa Mónica. Sus dos hijos que viajaban en la parte trasera de la unidad, salieron ilesos.
Bajito de estatura, menudito, calvo prematuro, “Pablito”, como se le decía de cariño, cubrió de luto a miles de seguidores que se ganó en cada actuación, con una gambeta y una velocidad endiablada por los carriles; hombre de área que nos deleitó con sus goles de todo tipo, pero ante todo por su entrega, profesionalismo y amor a la camiseta.
Una pérdida, para los Tuzos, para el futbol mexicano por su juventud (22 años) y un futuro, que muchos quisiéramos haber vivido, pero el destino se adelantó, al no controlar su auto en una curva, en los límites de Hidalgo con Querétaro, cuando regresaba después de visitar a su cuñado, un 29 de enero de 2001.
Esa noche, arribaron los restos a la funeraria de Arriaga, donde directivos, jugadores y aficionados se unieron en rezos y comentarios, mientras que en los medios de comunicación, se convertía en la principal y lamentable noticia.
Seguramente, en la actualidad, muchos pequeños que se han enterado en este aniversario, preguntarán a sus papás quién fue Pablo Hernán y esta historia se repetirá con gran cariño, porque fue un ídolo que ya forma parte de un legado muy propio del Pachuca.
Aunque Pablo debutó desde los 15 años en el futbol profesional en su natal Argentina, su despegue y su nombre se dio en Pachuca, donde su imagen se convirtió en el número uno de los ídolos que yacen de por vida en el estadio Hidalgo, además de suprimir definitivamente su número 20, que portó en la espalda.
En este, su 12 aniversario, Pablo merece un recordatorio especial, porque ahora se hace acompañar por el arquero colombiano Miguel calero, con quien seguramente seguirá de cerca el rendimiento de los Tuzos y compartirán desde el cielo sus comentarios, porque ambos se fueron con la playera del Pachuca estampada en la piel.