Hidalgo Sport. Medio Tiempo.- Antes de confesar su dopaje, Lance Armstrong pudo agradecer los avances científicos que a lo largo de la historia han impulsado los conflictos bélicos.
Un ejemplo: durante la Segunda Guerra Mundial, las Fuerzas Armadas británicas administraron 70 millones de dosis de anfetaminas a sus pilotos para mantenerlos alertas.
Así explica el doctor Juan Manuel Herrera, Director de Medicina y Ciencias Aplicadas al Deporte de la CONADE, los orígenes de casos como el del ciclista, cuyo dopaje no puede ser comprobado hoy por la vía médica sino exclusivamente por la jurídica.
“Es un proceso que está completamente cambiado, cambiando y evolucionando; esa es la historia de las sustancias prohibidas” En entrevista con Medio Tiempo, recordó que los avances científicos que buscan el bienestar de la sociedad han terminado por ser utilizados de manera tramposa.
Sin conocer a detalle el expediente de Armstrong como para imaginar los motivos por los que nunca dio positivo en controles antidopaje, considera que la sofisticación de las vías ilegales estuvieron un paso delante de las que pretenden detectarlas.
“Esto ha evolucionado mucho, entonces si en su momento las pruebas de este ciclista arrojaron un resultado negativo es que los métodos o sistemas que se disponían en ese momento no fueron capaces de detectar una sustancia”, mencionó.
Recordó que las dos maneras para incriminar a los deportistas por dopaje es mediante análisis clínicos de sangre u orina y que la otra es mediante la declaración de testigos, denominado en el Código Antidopaje, creado en 1999, como “ayuda sustancial”
“Lo que pasó con este ciclista es que sus coequiperos, acusados también de una ofensa de dopaje lo denunciaron”, señaló.
“Entonces a lo mejor le han aconsejado (a Armstrong) que se declare culpable para disminuir una posible sanción”.
Además de los métodos británicos para mantener alerta a sus pilotos, en la década de los 50 un suceso similar fue el de la Nandrolona, un anabólico de diseño que comenzó a ser utilizado para acelerar los procesos de recuperación de los soldados heridos.
“Ese conocimiento lo retoma la ciencia del deporte y empiezan a utilizar las anfetaminas en el ciclismo”, explicó.
“Es un proceso que está completamente cambiado, cambiando y evolucionando; esa es la historia de las sustancias prohibidas”.
Incluso, explicó que la dificultad para detectar un dopaje radica en la diferencia de cualidades físicas según las razas humanas, pues hay grupos étnicos que presentan sustancias con distintos niveles, como sucede con la Testosterona.
“Por eso estamos nosotros trabajando junto con todo lo que es el Comité científico de WADA (Agencia Mundial Antidopaje) en implementar los perfiles por regiones”, agregó.
Lo que sí concluye es que confesiones como la de Armstrong, a quien le retiraron sus siete títulos del Tour de Francia, entre otras desgracias, sirven para que los laboratorios sean más meticulosos en detectar sustancias prohibidas.
“Definitivamente esto ha motivado a modificar los estándares internacionales para los laboratorios, por ejemplo, qué tanto tienes que conservar una muestra para ser analizada”, añadió.
-¿Llegará el día en que todos los dopajes sean detectados?- “Puede ser, es posible en ciencia, tenemos esa posibilidad de soñar y de pensar en lo impensable”, finalizó.