Recuerdan la Peor Tragedia del Futbol Mexicano

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Hidalgo Sport. Medio tiempo.- El reloj marcaba las 22:00 horas. La ilusión y el ánimo de un grupo de jóvenes futbolistas flotaba en el ambiente. Era la noche del 14 de septiembre, fecha que hoy cumple un aniversario más, y que pasaría a la historia como la peor tragedia para el club de futbol Monterrey, y por sus repercusiones, de todo el futbol mexicano.
Corría en año de 1945. Un grupo de empresarios visionarios inscribió a los ahora Rayados en la llamada Liga Mayor de Futbol, y aunque los primeros pasos del nuevo equipo estaban plagados de incertidumbre, también existía la pasión y el deseo de que el balompié trascendieria entre la afición regiomontana.
Sin embargo, a escasos 26 días de que el Monterrey se hubiera presentado oficialmente con un triunfo de 1-0 sobre el San Sebastián, vino la tragedia que dejaría una marca imborrable en la institución.
El autobús del Monterrey se dirigía a Guadalajara para sostener el partido correspondiente a la fecha 4 contra el club Oro de Jalisco, uno de los equipos más tradicionales y añejos de la Perla de Occidente.
Llevaban casi 13 horas de viaje, y el trayecto llegaba a su recta final. Cuando faltaban dos horas para llegar a su destino, el camión paró en San Juan de los Lagos para cargar gasolina. Algunos jugadores decidieron bajar a estirar las piernas y distraerse un rato; otros más, inmersos en un profundo sueño se quedaron dormidos arriba de la unidad.
Fue entonces que sobrevino la tragedia que cimbró a la naciente institución, ya que el camión repentinamente comenzó a incendiarse, como recuerda Arnulfo Avilán, integrante de aquel primer equipo del Monterrey.
“Mientras cargaba gasolina nos bajamos como ocho a estirar las piernas, y ahí cerca estaba un billar y ahí nos metimos a ver. Otros venían dormidos”
“Llegamos a San Juan de los Lagos, y tuvimos que cargar gasolina”, revive el ex futbolista en entrevista reciente para Medio Tiempo.
“La gasolina no era como ahora que lo pones con la manguera. Antes había que sacarla de un tambo, y vaciarla con jarras de cobre al tanque. Se perdía mucho rato. Mientras cargaba gasolina nos bajamos como ocho a estirar las piernas, y ahí cerca estaba un billar y ahí nos metimos a ver. Otros venían dormidos”, narró el sobreviviente.
El reloj marcaba poco después de las 10 de la noche, cuando uno de los que se encontraban a bordo decidió prender un cigarro para fumar y se originó la catástrofe, pues de inmediato una de bola de fuego surgió y comenzó a consumir el autobús por dentro y en el exterior, causando terror y una gran confusión.
“Todo fue porque uno de los que estaba en el camión prendió un cigarro para fumar. Era (Gonzalo) Buenabad. Entonces, donde él prendió el cerillo hubo un flamazo, brilló todo bien feo, y comenzó a quemarse todo. Nosotros nos fuimos a ayudar, pero cuando llegamos ya muchos se estaban saliendo por las ventanas quemándose”.
La imagen que los sobrevivientes tenían frente a sus ojos era dramática y dantesca: el fuego abrazaba la estructura de la unidad, imposibilitando salir por la puerta principal. Desesperados, los deportistas que estaban a bordo quebraban los vidrios de las ventanillas para saltar del camión y ponerse a salvo. Pero no todos corrieron con la misma suerte; los que venían dormidos se quedaron atrapados en el interior y fueron envueltos por las llamas.
“Donde él prendió el cerillo hubo un flamazo, brilló todo bien feo, y comenzó a quemarse todo. Nosotros nos fuimos a ayudar, pero cuando llegamos ya muchos se estaban saliendo por las ventanas quemándose”
Ante los gritos de dolor, los jugadores que se encontraban abajo no dudaron en acudir al auxilio, siendo el puntero argentino José ‘Che’ Gómez quien arriesgó su vida para salvar a varios de sus compañeros, entre ellos a Eliseo Olvera y a Atanasio Medellín a quienes sacó del interior.
Avilán vuelve a trasladarse hasta la hora dramática escuchando el sonido de las plegarias de ayuda de sus compañeros.
“El ‘Che’ Gómez fue de los primeros que anduvo ahí, porque él estaba agarrando el embudo”, comenta. “Pero hubo muchos que se quemaron mucho. Los que iban acostados arriba en los belices, todos se quemaron bien feo. Los jugadores salieron prendidos, uno quedó en puros calzoncillos, se le prendió la ropa y las piernas. El ‘Che’ Gómez le quedó la mano quemada”.
Ante las pocas medidas de seguridad en el lugar, la improvisación salió a flote. Cerca del expendio de combustible estaba un arroyo, y los jugadores, apoyados por lugareños, impulsaron el autobús al agua para aislarlo y evitar una tragedia mayor. En la oscuridad, los futbolistas se convirtieron en bomberos aventando agua a la estructura para salvar lo que quedaba de ella.
“La gente llegó y empujó el camión al arroyo, porque había una pendiente, apenas así lo apagaron”, recuerda Avilán.
El apoyo de los vecinos fue generoso, pero insuficiente. El chofer del autobús, además de Enrique Lizano, Guillermo ‘Cuadros’ Vidal y Evaristo Amezcua sufrieron graves quedamuras. Los heridos fueron trasladados al hospital Corazón de Jesús en Guadalajara en condiciones delicadas. Avilán extendió el drama de cerca al viajar en la ambulancia junto a uno de los lastimados.
“Yo iba con Enrique Lizano, pero quedó muy quemado. Cuando en el hospital nos pedía de comer, me pedía uvas, pero se las tenía dar así peladas, porque no podía masticar nada”, refiere don Arnulfo.
Lizano y Vidal no se recuperaron y fallecieron tiempo después. El luto cubrió a los nacientes Rayados, y a toda la Liga.
Otros clubes se solidarizaron ante la tragedia, y ante la negativa de Monterrey de darse de bajar fueron obligados a ceder jugadores para que el Monterrey pudiera completarse ante las bajas de fallecidos y lesionados.
Trastocados en sus finanzas, los regios se quedaron a un paso de abandonar la Liga, pero recibieron de refuerzos a José Noguera del Asturias; Enrique Escalada del España; Francisco Zeledón de Atlante; Ignacio Trelles del América; además de Ricardo Benítez, Salvador Balderas y Carlos Quiroz.
“Llegaron varios, pero ya no fue lo mismo. Era hacer un equipo de la noche a la mañana. Nada más quedamos Tomás Medellín, De la Mora, y todos los demás eran nuevos, y para acoplarse a un equipo necesita tiempo”, menciona Avilán.
Así, apenas a unos meses de su nacimiento, el destino le asestó un duro y devastador golpe al Monterrey, que a pesar de los refuerzos, continuó el resto de la temporada inmerso en el dolor de la tragedia, encontrando más obstáculos en el camino, los cuales incluso propiciaron que recibieran una histórica goleada de 14-0 contra Veracruz en el puerto jarocho.
“Llegaron varios, pero ya no fue lo mismo. Era hacer un equipo de la noche a la mañana”
A ese encuentro, que hasta hoy prevalece como el peor marcador en contra en la Liga, los jugadores de Monterrey hicieron más de 30 horas de viaje porque el camión que los transportaba sufrió una avería mecánica.
Sobra recordar que el autobús original se perdió en el incendio y consiguieron una unidad en condiciones emergentes. En esa odisea, los futbolistas no durmieron, no comieron, llegaron una hora tarde al partido, apenas tenían fuerzas para mantenerse en pie y terminaron jugando con ocho hombres, ya que tres de ellos sufrieron calambres al no tener tiempo para realizar el calentamiento previo.
“Nos ganaron 14-0, pero fallaron un penal”, recuerda Arnulfo Avilán, jugador de aquél primer equipo del Monterrey y ahora narrador de la verdadera historia.
Finalizó el torneo y el Monterrey desapareció sumergido en el luto, la tragedia, las deudas y las marcas en contra. Pasarían casi tres lustros años para que se apareciera de nuevo en manos de otros dueños, con los que ganó su ascenso definitivo a Primera en 1960, de donde no ha vuelto a caer.
A 67 años de distancia de la noche trágica en San Juan de los Lagos, el club regio hoy ocupa un lugar importante en el futbol mexicano, aunque mantiene las huellas de sus primeros pasos, cubiertos de luto por aquel 14 de septiembre.

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