Hidalgo Sport. Medio Tiempo.- No hubo mariachis, pancartas o detalle alguno que hiciera sentir en el entorno que quien estaba a punto de arribar a Guadalajara, era nada menos que un piloto de Fórmula Uno. Ese que 36 horas atrás agitaba con fuerza una botella de champagne, lleno de júbilo, celebrando su segundo lugar en el Gran Premio de Malasia.
Sólo su familia, amigos y gente muy cercana estuvieron con “Checo” en su llegada a Guadalajara. Su padre, extasiado de triunfo, contaba a los periodistas la emoción que le embargaba tan importante logro del tercero de sus hijos.
“Estoy pleno y satisfecho, ¿qué más le puedo pedir a la vida?, estoy listo para darle cuentas al Señor”, dijo, como si en lugar de festejar el podio de su hijo, estuviera recibiendo los santos óleos.
Minutos después arribó a Guadalajara, proveniente de Houston, Sergio Pérez. Apenas unas palabras de agradecimiento en el aeropuerto: un discurso que no alcanzó los 40 segundos, puro agradecimiento y una sonrisa enorme, si a esta se le pesara como a las dos maletas que traía consigo, seguramente pagaría equipaje extra.
“Primero que nada, quiero agradecerles a todos por recibirme, estoy muy contento, aún no asimilo lo que ha sido, lo que he hecho. Estoy muy agradecido con la vida y con Dios por la posibilidad de estar en donde estoy.
“La verdad, espero poder tener unos días para asimilarlo con mi familia. Todos los sacrificios que hemos hecho han valido la pena y estoy muy contento y obviamente muy agradecido con todos. Muchas gracias por todo su apoyo”, dijo.
Luego vinieron los abrazos, el que le salió del corazón a su padre y el que tuvieron que fingir en la puerta de la terminal para que un camarógrafo se diera por satisfecho, pues la toma original “se le fue” en primera instancia.
Después el fraternal abrazo con sus dos hermanos y demás familiares, quienes confesaron no haber parado de llorar tras la culminación de la carrera en Malasia, y sobre todo, al revivir momentos inolvidables que hicieron pensar que todo valió la pena.
El hijo pródigo está de regreso en su ciudad, convertido en todo un profeta en su tierra, que lo recibió con los brazos abiertos.